Así como en el invierno, el frío hace de las suyas en las baterías de los automóviles, lo mismo sucede en la época de calor. Y es que las altas temperaturas y la humedad del ambiente, pueden provocar que el acumulador pierda en más del 30 por ciento su capacidad de carga, agotando la energía necesaria para encender el motor del vehículo.
A medida que aumenta la temperatura del ambiente, también lo hace la temperatura debajo del capó. Por ejemplo, durante un día promedio de 32 °C, la temperatura del vehículo puede exceder los 60 °C. Como consecuencia, las altas temperaturas pueden provocar daños estructurales, corrosión y la ruptura del sistema de carga.
En el caso concreto de la batería, el calor extremo puede debilitar la batería de un vehículo y acortar su vida útil. Por ello, es importante mantener el automóvil lo más fresco posible estacionándolo en un garaje, o bien si al aire libre bajo un toldo.
Además de lo anterior, es importante tener en cuenta estos consejos:
- Limpiar la parte superior de la batería y las conexiones para evitar la descarga.
- Enjuagar periódicamente el sistema de refrigeración con refrigerante nuevo. Con el tiempo, este puede deteriorarse y volverse ácida. Esta acidez puede acabar con las mangueras y los sellos, causar daños y sobrecalentar el motor.
- Si el aire acondicionado del vehículo no mantiene bien la temperatura interior, puede significar que el nivel de refrigerante es bajo. Ante esta situación, es importante revisar el nivel de carga del sistema.
- Conducir con neumáticos inflados incorrectamente afecta el manejo y frenado del vehículo. También puede hacer que las ruedas se sobrecalienten y aumenta la posibilidad de que se produzcan reventones. De esta manera, se deben verificar la presión de los neumáticos e inflarlos de acuerdo con las recomendaciones del fabricante.